Couple making passionate love

Tristeza, angustia, ansiedad…los síntomas que experimentan algunas personas después de practicar sexo. Así, el placer se sustituye o se transforma en una serie de efectos anímicos que llevan a quienes los sufren a evitar las relaciones sexuales. El conjunto de estas emociones constituye lo que se conoce como disforia poscoital sexual (DPS).

Sobre este problema, que no se considera un trastorno, se ha investigado poco.

 Según una revisión reciente, la DPS es entendida como un desorden psicológico. A pesar de que no se conocen datos acerca de su prevalencia, sí se sabe que puede afectar tanto a hombres como a mujeres.

“Las personas que padecen DPS pueden llegar a sentirse agitadas, ansiosas, melancólicas y molestas después de tener relaciones sexuales consensuadas e, incluso, pueden llegar a desarrollar un miedo a ser abandonadas”, subrayó el citado estudio.

Las hormonas suelen ser las responsables que se esconden detrás de la disforia poscoital. En concreto, la endorfina, la serotonina o la dopamina son parte de ese torbellino de hormonas que se libera con el orgasmo y que se relaciona en gran medida con esa sensación de bienestar y de placer sexual. Claro que, al igual que una montaña rusa, todo lo que sube, baja. Y es precisamente en ese momento de “bajón hormonal” cuando la DPS puede aparecer.

Fuente: De Último Minuto

Por Redaccionando

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