Se asocian a estas plataformas como conductoras o repartidoras para generar ganancias aprovechando los horarios flexibles. En las calles, sortean obstáculos como el machismo y la inseguridad. Dos de ellas cuentan su experiencia.

Santo Domingo, RD

Nathaly Macea y Arlyn Faña son jóvenes, tienen hijos pequeños y hace ya dos años, en plena pandemia de covid-19, ambas decidieron lanzarse a las calles a ganarse el sustento, la primera como socia conductora de una aplicación de movilidad y la segunda a través de una aplicación de delivery.

Estas dos dominicanas pertenecen al grupo de mujeres que se afilian a plataformas digitales para generar ganancias aprovechando la promesa de horarios flexibles. Para alcanzar su objetivo financiero, deben sortear cada día obstáculos como el machismo y la inseguridad.

“Si te fajas, puedes lograr tu objetivo”

Con más de 7,000 viajes en dos años como conductora afiliada a una plataforma digital, a Nathaly Macea, de 30 años, le sobran las anécdotas. Algunas no tan agradables. Como aquella vez en que, tras abordar a un pasajero en San Cristóbal, este le pidió que lo dejara conducir a él, pues no confiaba en sus habilidades como conductora. O el acoso de clientes que le han hecho insinuaciones y propuestas indecentes.

Macea, madre de dos niños (un varón de ocho años y una hembra de un año y diez meses) y oriunda de Santo Domingo Norte, enfrenta alguna forma de discriminación “casi a diario”, pero ha aprendido a responder ante ellas.

Se asoció a una app de movilidad en el 2020, durante la pandemia, para ayudar a pagar una deuda que su entonces pareja había contraído. Al ver los ingresos que él percibía como taxista de una aplicación y la posibilidad de establecer sus propios horarios, Macea pensó que se trataba de una buena oportunidad.

En ocasiones, la mujer, que abandonó sus estudios de contabilidad debido al nacimiento de su primer hijo, hace jornadas de hasta 15 horas corridas. La plataforma, explica, le hace descuentos “muy elevados” y el vehículo que conduce es alquilado (paga 18,000 pesos mensuales por su alquiler).

Al igual que muchos de sus colegas, la inseguridad le genera especial preocupación. Por eso, evita aceptar viajes fuera de la app o en la madrugada. ¿Alguna otra medida preventiva? “Orarle a Dios que cuide a uno. Por más medidas que tomes, si Dios no te cuida…”.

Aparte de la inseguridad, Macea cita la violencia al conducir (“Cuando ven que eres mujer, algunos quieren intimidarte”) y la falta de baños públicos (un problema para personas que, como ella, pasan todo el día en la calle) entre las desventajas de su trabajo.

Entretanto que destaca la experiencia, la posibilidad de conocer a muchas personas y la flexibilidad como sus mayores ventajas.

“Si te fajas como yo y te enfocas”, asegura, “puedes lograr tu objetivo”.

Experimentan “menosprecio”

Cuando la labor de los repartidores cobró mayor auge a raíz de la pandemia, Arlyn Faña vio en este trabajo la oportunidad de ganar “un muy buen ingreso”, con la ventaja añadida de manejar su propio horario. La joven de 28 años procedente de Bajos de Haina tiene una lesión en una pierna, consecuencia de un accidente, lo que le impide trabajar muchas horas corridas.

En dos años como delivery ha enfrentado los mismos desafíos que sus colegas masculinos, sumados a los que surgen por su condición de mujer. Aunque asegura que no ha sufrido acoso al entregar pedidos, sí ha experimentado el “menosprecio” de quienes consideran que este “no es un trabajo para mujeres”.

“¿Qué haces manejando motor?”, “¿Qué haces trabajando como delivery?”, “Este no es trabajo para mujeres”, “Las mujeres tienen que trabajar en salones, bancas y cosas así…”. Comentarios semejantes a estos ha escuchado con frecuencia Faña, quien no solo se desempeña como repartidora, sino que también es socia motociclista de una app de transporte.

En este tipo de trabajo, según la repartidora que antes trabajó como seguridad en un hospital, las mujeres no disfrutan ninguna ventaja especial por encima de los hombres. No obstante, reconoce que muchas veces, mientras hacen sus entregas, a ellas les dan acceso a áreas a las que no permiten entrar a los repartidores de sexo masculino. En términos de seguridad e, incluso, de higiene, los clientes confían más en las mujeres, deduce.

Precisamente la seguridad constituye uno de los temas más sensibles para la repartidora. “Sí he tenido miedo en la calle por la cantidad de asaltos por lugares donde nos toca a veces llevar servicios”, admite Faña, madre de una niña de ocho años. Para protegerse, porta una pistola eléctrica.

Además, recuerda, los repartidores y mensajeros que trabajan para las apps no poseen seguro: “Si te pasa algo, la compañía no responde con una aseguradora”.

Tanto Macea como Faña ven su trabajo actual como parte del camino hacia el cumplimiento de otras metas. Faña aspira a emprender su propio negocio de sonido para eventos y Macea acaba de comenzar estudios de imágenes médicas a fin de encontrar otro empleo y dedicar más tiempo a sus retoños.

Fuente: Listín Diario

Por Redaccionando

"Tu noticia, tu mundo, al alcance de un clic." - Un medio de Estado Mental Group. 📲 WhatsApp (849) 409-9768 📩 [email protected]